Después de ver las instalaciones, hacer los grupos y asignar los monitores, comenzamos a montar los barcos y sacarlos al agua, pero el viento no aparecía, así que, como un auténtico tren tirados por una motora nos adentramos en la boca de la bahía, y cuando parecía que aquello no iba a cambiar de repente apareció lo que más deseábamos y pudimos disfrutar de un rato de navegación.